El país
octubre 2015 .
El acuerdo del
Pacífico, adoptado ayer en Atlanta tras cinco años de negociaciones, alumbra un
bloque comercial que competirá con China y desplazará hacia Asia el centro de
gravedad de la economía mundial. La Asociación Transpacífica (TPP, en sus
iniciales inglesas) implica más que una rebaja de aranceles. Contempla normas
medioambientales y laborales, protege la propiedad intelectual de las
multinacionales y es un modelo para el acuerdo que Estados Unidos negocia
en paralelo con la Unión Europea. Ahora empieza la batalla por la ratificación
en el Congreso estadounidense.
La Asociación
Transpacífica es el mayor acuerdo comercial desde el Tratado de Libre Comercio
de América del Norte (TLCAN, o NAFTA, en sus iniciales inglesas), aprobado en
los años noventa. Junto a Estados Unidos, lo suscriben países latinoamericanos
como Chile, Perú y México, además de Japón, Canadá, Australia, Nueva Zelanda,
Singapur, Vietnam, Malasia y Brunei. Juntos representan el 40% de la
economía mundial y un tercio del comercio. El acuerdo prevé desde una
rebaja de los aranceles para productos agrícolas a la regulación de la
propiedad de productos tecnológicos y farmacéuticos y la creación de
instancias de arbitraje que, según los críticos, erosionarán la soberanía
nacional.
Los defensores del
acuerdo, con Obama a la cabeza, argumentan que la caída de los obstáculos
comerciales impulsará las exportaciones y creará empleo. Un estudio citado
por la Administración Obama habla de unos ingresos, derivados del acuerdo, de
223.000 millones de dólares anuales, 77.000 de los cuales corresponderían a EE
UU. “Teniendo en cuenta que más del 95%
de nuestros clientes potenciales vive fuera de nuestras fronteras, no podemos
permitir que países como China escriban las reglas de nuestra economía”, dijo
Obama en un comunicado. “Nosotros deberíamos escribir las reglas, abriendo
nuevos mercados para los productos americanos al tiempo que elevamos los
estándares para proteger a los trabajadores y preservar el medio ambiente”.
El pacto comercial
entre Estados Unidos, Japón y 10 países del Pacífico es un triunfo económico y
geopolítico de Obama. Esta era, junto al deshielo con Cuba y al acuerdo nuclear
con Irán, una de las prioridades de Obama en el tramo final de su mandato, que
concluye en enero de 2017. No se trata sólo de crear la mayor zona
económica del mundo, sino de ejercer de contrapeso a China en la pugna por la
influencia en la región. Mientras, continúa la negociación de la Asociación
Transatlántica de Comercio e Inversiones (TPIP, en sus iniciales inglesas), que
probablemente deberá concluir el sucesor de Obama.
Los detractores
constituyen una amplia coalición. Incluye organizaciones no gubernamentales
como Médicos sin Fronteras, que temen que el acuerdo eleve los precios de los
medicamentos. También a los sindicatos estadounidenses, convencidos de que el
TPP acelerará las deslocalizaciones industriales y la erosión de la clase
media, un proceso asociado en EE UU al acuerdo con México y Canadá. Otro
elemento en esta coalición es el Partido Demócrata de Obama, muy ligado a la
base sindical. Históricamente, el Partido Republicano ha sido el partido del
libre mercado y el libre comercio y el Partido Demócrata, el del
proteccionismo. La ratificación de la Asociación Transpacífica en el Congreso
está en el aire.
La batalla del Congreso
“Evaluaremos los
detalles con cuidado y trabajaremos para derrotar este acuerdo comercial de las
corporaciones si no está a la altura”, dijo en un comunicado Richard Trumka,
presidente del sindicato AFL-CIO, poco después de terminar la última ronda
negociadora de los ministros de los 12 países en Atlanta (Georgia). Obama da
por hecho que topará con la oposición de buena parte de la bancada demócrata.
En principio, debería poder contar con la mayoría republicana, pero no será
fácil. La campaña para la nominación a la Casa Blanca es, entre otras cosas,
una competición de ataques al presidente. Y la hostilidad a los acuerdos
comerciales no es monopolio de la izquierda. El magnate Donald Trump se ha convertido
en el favorito republicano con un discurso proteccionista.
los doce países que en
octubre pasado concluyeron las negociaciones del Acuerdo de Asociación
Transpacífico (TPP) decidieron hoy que se firme el documento el 4 febrero de
2016 en Nueva Zelanda y que la aprobación por parte de los respectivos
parlamentos tenga un plazo de dos años.
La decisión fue
adoptada en Manila durante una reunión convocada a instancias del presidente de
Estados Unidos, Barack Obama, principal impulsor de un pacto comercial que
representa el 40 % de la economía mundial